martes, 6 de noviembre de 2007

VIGOREXIA: LA ADICCIÓN AL GIMNASIO QUE SE TRANSFORMA EN PATOLOGÍA.

Afecta a varones adolescentes y deriva en graves consecuencias para la salud
Se trata de un desorden alimentario de raíces psíquicas que puede derivar en problemas renales, hepáticos y en el corazón, así como también alteraciones severas en el sistema metabólico. Son adictos al gimnasio y a la actividad deportiva. Pueden pasar más de 6 horas por día exigiendo su físico hasta los límites de la buena salud en busca de un ideal estético que, difícilmente, logren alcanzar. Conocen con precisión científica la composición química de los alimentos que integran su dieta, y no dudan en consumir anabólicos y suplementos nutricionales para alcanzar su único objetivo: Desarrollar masa muscular aunque esto atente contra su propio organismo. Son, en su gran mayoría, varones preadolescentes, adolescentes y jóvenes que padecen un desorden alimentario de raíces psíquicas denominado Vigorexia.

Se trata de una patología fronteriza que raya a la vez el territorio de la psicología, la nutrición y la medicina clínica; sin embargo, a diferencia de sus primas hermanas, LA BULIMIA Y LA ANOREXIA, la Vigorexia no fue reconocida aún por la Organización Mundial de la Salud.
Quienes padecen este trastorno presentan una alteración de la percepción y, por más desarrollada que se encuentre su musculatura, continúan viéndose flacos, débiles y disconformes. Esa es la respuesta que reciben de los espejos, a los que se exponen obsesivamente para comprobar los resultados de esfuerzos que nunca consideran eficaces ni suficientes.El cuadro, también conocido como "Complejo de Adonis o Anorexia reversa", fue descrito por primera vez en el año 1999 por el psiquiatra norteamericano Harrison G. Pope, de la facultad de Medicina de la Universidad de Harvard (EEUU). En sus trabajos de investigación, publicados en la revista Psichosomatic Medicine, el doctor Pope estudió los casos de jóvenes adictos a la musculación que consumían anabólicos para aumentar el tamaño de su cuerpo, y en un alto porcentaje detectó unos patrones de comportamiento comunes que englobó en una patología que denominó: Vigorexia.

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