lunes, 5 de noviembre de 2007

LA MODA DEL DEPORTE A LA CARTA.

En nuestros días, la entidad física general y el deporte en particular se han constituido en de fenómenos profundamente extendidos en nuestra sociedad. El ejercicio físico y el deporte, están impregnados de connotaciones muy diversas. Es así que el deporte unido a la alimentación a logrado instituirse en el seno de nuestra cultura como fenómeno de moda. Junto a la alimentación dietética y la onda Light, el deporte aparece como el complemento necesario para una vida mas sana.
El universo del deporte en la actualidad, no deja de ampliar su oferta en busca de nuevos adeptos: la gimnasia se desdobla en gym tonit, aerogym, gymarmonico, etc. En este sentido – como lo enfatiza G. LipovetskY(1994) – no asistimos ya al deporte aristocrático de los orígenes sino el deporte moda a la carta, lo cual responde a la lógica de la industria de fabricación de aspectos. De modo que después de la etapa del deporte disciplinario y moralista, nos encontramos instalados en el escenario del deporte-ocio, del deporte-salud, en donde “...Con el esfuerzo deportivo, el individuo se auto construye a la carta sin otro objetivo que ser el mismo y valorizar su cuerpo...” (Lipovetsky,1994: 113).
Tanto el ejercicio físico como las conductas alimentarías de índole dietante se han ido incorporando en forma regular a la vida cotidiana de crecientes contingentes de personas, por ser consideradas como fuentes de salud. El “estar en forma” se ha constituido en un objetivo a alcanzar un valor plenamente establecido y legitimado en nuestra cultura. La presión social en favor de la practica deportiva y el ejercicio físico es intensa y esta íntimamente ligada a la profunda preocupación por el cuerpo. En las sociedades modernas, las mujeres trabajan afanosamente para “construir”- a la manera de un artesano – las formas optimas de un imaginario esquema corporal, tan perfecto como inaccesible. La idea que el atractivo físico es sinónimo de libertad, esta profundamente arraigada en nuestra sociedad. El cuerpo liberado es el que puede ostentar “visibilidad” sin impedimentos, sin inhibiciones, cuerpo que puede ofrecerse desnudo a la mirada- es “digno” de ser mirado- y en esta mirada refuerza su legitimidad. Sin embargo la idea de un cuerpo liberado oculta en realidad que dichas condiciones implican nuevas formas de so juzgamiento:
Mayor disciplina y auto restricción para conseguir y mantener las “formas correctas”. Esta pseudo liberación encubre la coacción de los valores estéticos imperantes.
Por otra parte, la dedicación al trabajo corporal y nuestros consumos alimentarios han adquirido ciertos matices morales, por lo cual nos sentimos virtuosos o culpables según lo que consumimos. Los alimentos dite, la onda Light y el sabor natural acompañados de ejercicios físicos constituyen la combinación perfecta de lo moralmente deseable.
Por todo lo precedente , la actividad física y los valores que entraña, resultan a veces excesivos y hasta peligrosos entre tanto se entreveran y mezclan con los de la mayor presión a favor del cuerpo delgado. En la combinación de ambos factores encontramos las mas frecuentes a la actividad física.
Se destaca algunos estudios que indagan en las motivaciones que conducen a la practica creciente de alguna actividad física: Davis (1990) señala que un estudio realizado con mujeres que practicaban regularmente ejercicio físico, que esta practica estaba fuertemente asociada con la preocupación por el control del peso y la alimentación. Otro estudio de características similares, pero aplicado a ambos sexos, descarta la mayor propensión de las mujeres a someterse a la actividad física por razones de peso; si bien marca la tendencia de ambos sexos a correlacionar positivamente el ejercicio físico con insatisfacción (McDonald y Thompsom, 1992). Para las mujeres el peso y las formas del cuerpo son las determinantes principales de las formas de juzgar su atractivo físico. El grado de satisfacción con el propio peso se asocia intensamente con la autoestima de la gran mayoría de ellas, en tanto para los hombres, el peso y la forma del cuerpo parecen importantes, pero no resultan fundamentales para su atracción (Rodin,1993:el paso 122).

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